Resulta descabellado contemplar que simpatiza con las políticas anti-inmigración de Trump, cuando Joy Villa es descendiente de padre argentino y de madre de ascendencia africana
Esta anécdota estrambótica, ponzoñosa y aberrante fue protagonizada por la cantante norteamericana Joy Villa, en su llegada a la gala de los Premios Grammy 2019. Que no quede lugar a dudas, el propósito de la misma era la provocación y el escándalo.
La cantante acudió a los premios con una vestimenta de lo más llamativa, fiel al estilo del que se sirve y que suele lucir con frecuencia. Ataviada con harapos de un disfraz, Joy Villa encarnaba la estatua de la Libertad con una diadema de pinchos y hombreras de concertinas. El resto lo brindaba con el eslogan "Make America Great Again" de su bolso, y lo colmaba un vestido decorado como la legendaria portada del álbum estrella de Pink Floyd, con el mensaje "BUILD THE WALL".
La burla ha dado de pleno en la diana si con ello buscaba la crispación. La cantante es abiertamente defensora del presidente Trump y de sus políticas antinmigratorias. Resulta descabellado contemplar esto ya que, aunque posea legítima libertad de elegir sus ideas, Joy Villa es descendiente de padre argentino y de madre de ascendencia africana. No puedo calcular hasta qué punto ella estira la carencia de empatía por la entrada de inmigrantes en un país, cuya historia y cultura radica titánicamente en su riqueza racial e inmigratoria. Es cuanto menos llamativo ser descendiente de ancestros que emigraron al país donde ahora ella, con la madurez de sus 32 años, defiende el cierre de las fronteras. Este búnker ya está ocupado pensará, digo yo.
El atino con el que Joy Villa fue a escoger el temático The Wall, me hace pensar que algo escuece a la cantante sobre los miembros que forman la banda. Si The Wall fue en 1979 un álbum concepto, cuyos entresijos tuvieron que ver más con los muros como alegoría de un aislamiento traumático y personal que como una muralla levantada por estrategia bélica, la fuerza que arrastró este disco adquirió un nivel de simbolismo mundial. Con Roger Waters a la cabeza del ideario de The Wall, el músico brindó un concierto histórico en Berlín tras la caída del muro en 1990. Además de esto, el bajista no ha ocultado en toda su trayectoria sus posiciones ante conflictos en todo el mundo, ni sus convicciones políticas lejos de la equidistancia ("Trump is a pig", es el lema que luce su espectáculo de luces en su última gira).
Sin el esmero de querer adivinar el motivo real, puede que sea algo aproximado a esto, el hecho de que Joy Villa no haya elegido al azar escribir Build The Wall en su traje de ladrillos, sino para provocar a quienes atacan a su presidente.
El tweet con el que la cantante expresaba "No me importa lo que piense nadie. Apoyo 100% al muro y a nuestro Presidente", argumentaba el clásico mensaje xenófobo que busca la culpa y la causa de los males en el individuo ajeno. Tan pésimo como pobre, el mensaje se difunde como un mantra no solo en EEUU sino en el mundo entero.
I don’t care what anyone thinks. I 100% support the wall & our President @realDonaldTrump. Do you want more drugs brought in? (70% of heroin from Mexico) More illegal women getting sexually assaulted (1 in 3)? More children being trafficked? (Thousands a year) because I DO NOT! pic.twitter.com/ErdOJhD5IN— Joy Villa (@Joy_Villa) February 11, 2019
No hay mucho más que comentar de esta anécdota, en la que no entraría a destripar a una artista con el pretexto de que fuera de ideologías opuestas a la mía. Pero sí veo cierta farsa en ver que, a estos artistas cuyas carreras lucen más por sus anécdotas de vestuario que por su trayectoria musical, no les queda más que eso ante el vacío con el que llenan de nada la vocación de la que dicen ser.
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