viernes, 31 de mayo de 2019

Móviles grabando directos, entre el hartazgo y lo legítimo

mayo 31, 2019 0

Halford puso fin a su malestar mandando al carajo el móvil de una patada, aprovechando la cercanía de su bota y la altura a la que quedaba en las manos de un fan 


En la última actuación de la banda Judas Priest a principios de esta semana en Rosemont, Illinois, Rob Halford vio copado el límite de su paciencia ante un fan que se mantuvo durante varios minutos grabando con su celular a pocos metros, en primera línea. Según la revista Bubblermouth, el seguidor estaba molestando debido al flash de su móvil. Halford puso fin a su malestar mandando al carajo el móvil de una patada, aprovechando la cercanía y la altura a la que quedaba en las manos de un asistente al concierto.

La tecnología nos brindó la suerte de disponer de una herramienta mega versátil a la medida de nuestras manos a finales del siglo pasado. Sin embargo, como suele pasar, existe una disociación entre el avance tecnológico y la educación que de su uso hacemos, quedando siempre relegado este asunto sobre los modales en un lugar bastante más retrasado en el tiempo. Viene el ensayo, luego el error, y a partir de ahí ya arrastramos esa tarde de corregir lo que nos empeñamos en no haber hecho antes de manera comedida en el momento adecuado.



La mayoría de conciertos a los que he asistido en los últimos años, no han estado exentos de momentos irritantes por haber tenido ante mí a un ejercito de fans con sus brazos extendidos mientras sujetaban su móviles, con la idea de obtener una grabación del evento, o mejor dicho, varias grabaciones. Manos que se elevan con sus cámaras para llevarse innumerables fotografías y que por lógica, cada asistente debe subir un poco más que las manos de la persona que tienen delante suya para poder tomar una instantánea más limpia.

Sucesivamente, al más puro estilo dominó, toda la pista donde se ubican los espectadores pasa a ser una masa que entorpece mi vista, un incordio que se prolonga durante todo un concierto y que pasa a convertirse convierte en un malestar difícil de esquivar.

Tomar fotografías y grabar videos de los conciertos a los que asistes, es indiscutiblemente legítimo. Soy partidario de no prohibir las cosas a primeras de cambio, y de cuestionarse medidas que puedan llevarse a cabo antes que la limitación de esa libertad. Fotografiar conciertos dejó de estar reservado para camarógrafos acreditados con el derecho exclusivo de documentarlo para las revistas, hoy todos nos llevamos nuestras fotos en nuestras cámaras sin tener que acudir a kioskos ni noticiarios online. Cada amante de la música en vivo tiene su propia manera de vivir las actuaciones en directo, de sentirlas y de recordarlas como les plazca. Eso es incuestionable.

Sin embargo, ser más papista que el Papa es una actitud hipócrita que ni yo me puedo permitir. Ser tolerante no me impide ser crítico en la medida con la que ya contemplo este panorama. Mi perspectiva es la siguiente: asistir a un concierto en vivo de tu banda favorita no puede convertirse en un mal recuerdo por el molesto capricho de otros, que no es más que el de joderte tu deleite para anteponer el suyo y poder llevarse una cantidad desmedida de videos grabados a casa. Olvidan que no están solos en la sala, que ese gesto repetido de grabar reiteradas veces no es respetuoso en la ecuación de tiempo de la actuación y asistencia al recinto. Y me importa poco menos que un comino los seguidores que tengan en youtube o en instagram, donde probablemente van como becerros con prisas por publicarlo en sus redes.

En una viñeta del dibujante Lumpen hace tres años, se resumía el sentir del aquí presente. Fans de todo el mundo con un deseo exacerbado de compartir inminentemente y de documentar el concierto, con la expectativa puesta en la repercusión de likes, comentarios y de altura influencer que van a tener sus fotos en las redes, y anteponiendo esta caprichosa actitud por encima del placer presente, para el que se han presentado in situ: ver a su banda en vivo. Es decir, les merece la pena el empeño por conseguir un material multimedia en lugar de disfrutar del sonido en directo y de la vivencia del momento.



Allá quienes prefieran vivir sus conciertos pendientes de un buen encuadre, y de que no se les mueva mucho la cámara. Pero haced el favor de contemplar la posibilidad de haya quienes no lo quieren así y que el recuerdo que se llevarán a casa, será el de tus manos y tu móvil tapando casi por completo atisbo alguno de escenario con sus músicos. No basta además, con tomar un par de instantáneas, no. Hay que tomar doscientas fotos y grabar veinticinco videos, el de delante, el de al lado, y dos tercios de todo el personal que se ubica entre ti y el escenario. Se le quitan las ganas de ir a un concierto a cualquiera

Finalmente, por no saber usar la libertad, habrá que tomar unas medidas incómodas que nadie desea.


jueves, 30 de mayo de 2019

Robert Plant comparte una foto conmovedora visitando la estatua de John Bonham

mayo 30, 2019 0
Photo: Takahiro Kyono

Robert Plant, la leyenda de Led Zeppelin, ha compartido una foto conmovedora de él mismo visitando la estatua de John Bonham en Redditch.

Tomada por Gil Richards, la imagen altamente conmovedora captura a Plant mirando a la estatua de su difunto miembro de la banda Led Zeppelin en la noche. Acompañan algunas velas en las piedras que rodean la escultura, que son un guiño al Giant's Causeway de la portada 'Houses of the Holy'.

Plant subtituló la imagen: "Otro cumpleaños a la vuelta de la esquina ... gran pérdida ..."


Creada por el escultor Mark Richards y situada en la plaza Mercian en el centro de la ciudad de Redditch, la escultura conmemorativa de John Bonham se inauguró el 31 de mayo del año pasado, lo que habría sido el cumpleaños número 70 de Bonzo.

Hecho de bronce y con un peso de 2,5 toneladas, representa a Bonham en acción en vivo detrás de la batería y presenta su símbolo 'Led Zeppelin IV' de tres anillos entrelazados junto con la fecha de su nacimiento y muerte.

Junto a las piedras antes mencionadas, la impresionante estatua también presenta aeronaves zepelín y las palabras: "El baterista más destacado y original de su época, la popularidad e influencia de John Bonham siguen resonando en el mundo de la música y más allá".

El consejo municipal de Redditch dio luz verde a la estatua que se construirá en una reunión de planificación en octubre de 2017.

Con el apoyo de la familia Bonham y de Warner Music Group, la hermana de John, Deborah, asistió a la reunión en la que les dijo a los concejales que se habían recaudado los fondos necesarios para el memorial y que el dinero restante se destinará a las enfermeras de Teenage Cancer Trust en Redditch.


miércoles, 10 de abril de 2019

Cuando Tom Waits ganó el juicio a los Doritos

abril 10, 2019 0

El 20 de enero de 1993, la Corte Suprema de los EEUU decidió que el artista Tom Waits podía quedarse con el dinero que se le otorgaba después de demandar a la compañía Frito-Lay (sí, los fabricantes de los Doritos, Fritos, etc).

En la década de 1980, el fabricante de chips Frito-Lay decidió que el portavoz perfecto para su nueva campaña publicitaria de Doritos sería el cantante y compositor de voz grave Tom Waits. El músico no estuvo de acuerdo con aquello y rechazó la oferta. Cuando Frito-Lay no pudo obtener el permiso para usar la pista de Waits "Step Right Up" para un su spot comercial, crearon una melodía similar interpretada por un artista que imitaba la voz grave del cantante.


Indignado, Waits presentó una demanda contra la compañía de snacks en 1988 argumentando que la suplantación deliberada constituía publicidad falsa. El resultado fue incierto: Los imitadores hicieron muchos anuncios en esa época. El Tribunal de Apelaciones le otorgó aproximadamente 2,4 millones de dólares. Frito-Lay apeló, alegando que no habían imitado deliberadamente la voz distintiva de Waits.


El caso llegó hasta la Corte Suprema, donde los jueces votaron a favor de Waits y le permitieron retener el dinero. Fue una victoria temprana, algo inesperada, para artistas independientes contra imitadores no autorizados. Solo Bette Midler había ganado una demanda similar, obteniendo 400.000 dólares por un spot de 1986 de Ford que usaba un imitador.


Fuente:
https://www.rollingstone.com/music/music-news/week-in-rock-history-ozzy-osbourne-bites-the-head-off-a-bleedin-bat-114854/
https://blankonblank.org/2015/11/hey-thats-my-song-you-are-using/

miércoles, 13 de febrero de 2019

Defender el muro de Trump bajo el símbolo con el que Pink Floyd los destruía

febrero 13, 2019 0
Resulta descabellado contemplar que simpatiza con las políticas anti-inmigración de Trump, cuando Joy Villa es descendiente de padre argentino y de madre de ascendencia africana


Esta anécdota estrambótica, ponzoñosa y aberrante fue protagonizada por la cantante norteamericana Joy Villa, en su llegada a la gala de los Premios Grammy 2019. Que no quede lugar a dudas, el propósito de la misma era la provocación y el escándalo.
La cantante acudió a los premios con una vestimenta de lo más llamativa, fiel al estilo del que se sirve y que suele lucir con frecuencia. Ataviada con harapos de un disfraz, Joy Villa encarnaba la estatua de la Libertad con una diadema de pinchos y hombreras de concertinas. El resto lo brindaba con el eslogan "Make America Great Again" de su bolso, y lo colmaba un vestido decorado como la legendaria portada del álbum estrella de Pink Floyd, con el mensaje "BUILD THE WALL".

La burla ha dado de pleno en la diana si con ello buscaba la crispación. La cantante es abiertamente defensora del presidente Trump y de sus políticas antinmigratorias. Resulta descabellado contemplar esto ya que, aunque posea legítima libertad de elegir sus ideas, Joy Villa es descendiente de padre argentino y de madre de ascendencia africana. No puedo calcular hasta qué punto ella estira la carencia de empatía por la entrada de inmigrantes en un país, cuya historia y cultura radica titánicamente en su riqueza racial e inmigratoria. Es cuanto menos llamativo ser descendiente de ancestros que emigraron al país donde ahora ella, con la madurez de sus 32 años, defiende el cierre de las fronteras. Este búnker ya está ocupado pensará, digo yo.

El atino con el que Joy Villa fue a escoger el temático The Wall, me hace pensar que algo escuece a la cantante sobre los miembros que forman la banda. Si The Wall fue en 1979 un álbum concepto, cuyos entresijos tuvieron que ver más con los muros como alegoría de un aislamiento traumático y personal que como una muralla levantada por estrategia bélica, la fuerza que arrastró este disco adquirió un nivel de simbolismo mundial. Con Roger Waters a la cabeza del ideario de The Wall, el músico brindó un concierto histórico en Berlín tras la caída del muro en 1990. Además de esto, el bajista no ha ocultado en toda su trayectoria sus posiciones ante conflictos en todo el mundo, ni sus convicciones políticas lejos de la equidistancia ("Trump is a pig", es el lema que luce su espectáculo de luces en su última gira).


Sin el esmero de querer adivinar el motivo real, puede que sea algo aproximado a esto, el hecho de que Joy Villa no haya elegido al azar escribir Build The Wall en su traje de ladrillos, sino para provocar a quienes atacan a su presidente.

El tweet con el que la cantante expresaba "No me importa lo que piense nadie. Apoyo 100% al muro y a nuestro Presidente", argumentaba el clásico mensaje xenófobo que busca la culpa y la causa de los males en el individuo ajeno. Tan pésimo como pobre, el mensaje se difunde como un mantra no solo en EEUU sino en el mundo entero.


No hay mucho más que comentar de esta anécdota, en la que no entraría a destripar a una artista con el pretexto de que fuera de ideologías opuestas a la mía. Pero sí veo cierta farsa en ver que, a estos artistas cuyas carreras lucen más por sus anécdotas de vestuario que por su trayectoria musical, no les queda más que eso ante el vacío con el que llenan de nada la vocación de la que dicen ser.




miércoles, 9 de enero de 2019

Dios se jubila

enero 09, 2019 0

Cierto es, que el titular es un alarde de idolatrismo, pero en ocasiones es placentero permitirse el deleite de encumbrar hasta el olimpo a personas cuya obra, que admiras con pasión platónica, te han llevado a lugares donde puedes palparle el pulso al universo. No me cabe duda de que Ennio Morricone, en mi pequeña ida de olla personal, es lo más parecido a Dios.

El compositor romano, que cuenta ya con 90 años, la mayor parte de su existencia entregado a la música, ha decidido dar fin a su trabajo. No todos los días encontramos a morricones cometiendo la salvajada de componer 500 bandas sonoras con el brillo de ser calificadas como excelentes cada una de ellas.


Dicen de él, que es alérgico a la fama. Y por tanto también a la prensa. Por ello no le fue nada agradable el bulo emitido por la revista Playboy, que puso en su boca palabras tergiversadas falsamente contra Quentin Tarantino, el último director con el que ha trabajado y por cuya película ha recibido su último Oscar. La revista tuvo que retractarse.

Portada de su autobiografía que se publicará en Mayo.
Admirado y reconocido por directores de peso como Sergio Leone, Giuseppe Tornatore, John Carpenter, Brian De Palma, Barry Levinson, Oliver Stone, Warren Beatty, Terrence Malick o Roland Joffé, el esplendor de su emblemática obra musical casa perfectamente con su manera introvertida y ensimismada de componer. “Cada vez que compongo siento una gran responsabilidad, porque quiero probar algo completamente original y que a la vez sea entendido”, explicaba en una entrevista a El País hace unos años. “Esa es mi firma, mi meta, mi principal deseo”, añadía.

Nunca se mudó a Hollywood, donde le negaron el Oscar hasta 2016 por ser comunista (fue un afiliado confeso al Partido Comunista Italiano), nunca tuvo un piano en su estudio. Siempre prefirió la tranquilidad de su individualidad, y disfrutar de la paz personal y familiar, de la que gozaba mucha más allá de las películas para las que componía. 




viernes, 21 de diciembre de 2018

Rosendo se despide:"Me duele tener que parar, pero nos hacemos viejos"

diciembre 21, 2018 0

Rosendo encumbró anoche su carrera en los escenarios con un concierto de despedida en Madrid. "He recibido mucho cariño y me duele tener que parar, pero nos hacemos viejos", confesó ante más de 15.000 personas, tras ofrecer en el WiZink Center 100 minutos de eso que él venía a definir (en parte desde la modestia) como variaciones de "tres acordes" lanzadas con "mala leche y punto", plenas de conciencia de clase.

Rosendo (Madrid, 1954) se va así "ni quemado ni desvanecido, en lo más alto", según el comunicado de su despedida, como referente del rock urbano y de la música española tras 45 años de profesión en los que militó en Ñu y Leño y, tras la disolución de esta banda en 1983, con una carrera en solitario que llega al reciente De escalde y trinchera (2017) y que arrancó con Loco por incordiar (1985).


Especialmente importante fue este álbum en el repertorio de la noche, unas dos docenas de canciones que intentaron recorrer lo mejor de su carrera, obviando de manera flagrante sus discos de los años 90, de La tortuga (1992) a A tientas y barrancas (1998). En total fueron 16 los discos de estudio firmados por Rosendo, que no concedió entrevistas tras el anuncio de su retirada, aunque previamente venía anticipándola. Entre otras cosas, decía que le había encontrado el sentido a "cortar el césped", que se veía "fuera de lugar" y que cada vez le resultaban más pesadas la vida pública y la carretera.

De hecho, se volvían más habituales sus retiros al pueblo burgalés del que es originaria su mujer, donde escribió su último álbum, en huida del Madrid del que tanto ha "contado y cantado" y que no hace mucho lo distinguió con la Medalla de Oro de la ciudad. Parecía lógico que la despedida definitiva hubiese sido aquí, pero en una decisión no compartida por parte de su público, al carabanchelero aún le quedan dos noches consecutivas de guitarrazos en Barcelona a partir de este sábado.

Maneras de vivir 

Con todo, los numerosos incondicionales que ya en verano disfrutaron de su directo en el festival Cultura Inquieta de Getafe (Madrid) volvieron a responder a su última llamada en la capital para agotar, hace dos meses y medio, todo el aforo del popularmente conocido como Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, en el que no recalaba desde 2015.

Archivo de RTVE

Veinte minutos más tarde de lo estipulado, tras el previo de su hijo, Rodrigo Mercado, lo vivido esta noche fue una celebración, una eucaristía de esta parroquia de fieles que han reivindicado más que a su mesías, a su vecino, para regodearse todos juntos entre saltos de guitarra e himnos colectivos de resistencia, como la inicial Aguanta el tipo, a 100 por hora desde el primer minuto.

"¡Estamos con vosotros, colegas!", exclamó al público la melena plateada más famosa del rock español (con el permiso de Robe Iniesta), justo después de remachar los sonoros versos de Muela la muela: "¡Viva la revolución!".


En ese ritmo raudo se sucedieron las sacudidas de realidad hechas palabra, los El ganador, Deja que les diga que no o Cúrame de espanto, antes de frenar ligeramente hacia una pauta más densa con No son gigantes o sumergirse entre las cuerdas de su Fender en el desfiladero de Mala vida, una de las más coreadas ("Mala vida, mala gente, poco más / y si cruzas el puente la das").

La denuncia política de Vergüenza torera dio pase a la seminal El tren de Leño ("una canción que hice de chaval", señaló), poniendo al respetable a saltar y dejando todo listo para uno de los clímax de la velada, Flojos de pantalón, una canción "más" que, según cuenta, el público hizo importante.

Con la misma fuerza desde el escenario que de la pista resonó este catártico tema en las paredes del Palacio ("Son la musa que inspira la ambición, sueño de libertad / Noches al pie del cañón, fuerza de voluntad"), en el inicio de la traca final con Masculino singular, Pan de higo y Navegando.

"Madrid, han sido muchos años, pero todo se acaba. No me gusta hablar y no me gustan las despedidas, volveremos a vernos, aunque sea en la otra vida", prometió, antes de enfilar el final con los imprescindibles Agradecido, Loco por incordiar, Maneras de vivir y Qué desilusión.

Para la esperanza, o para el enfado, según cómo se plantee uno el propósito (comercial o no) de esta gira, el artista dejó una puerta abierta en su comunicado: "Rosendo se toma un respiro en un camino que no conoce el punto y aparte y queda en puntos suspensivos".

Fuente:
 https://www.20minutos.es/noticia/3522120/0/rosendo-concierto-despedida-madrid/#xtor=AD-15&xts=467263

viernes, 30 de noviembre de 2018

La sesión fotográfica del Nevermind que probablemente nunca viste

noviembre 30, 2018 0

Kirk Weddle fue el encargado en mayo de 1991 de realizar una serie de fotografías en una piscina de Los Ángeles en California. El álbum de Nirvana era una obra maestra musical que no pudo ser mejor iconografiada en una imagen de portada como la que Weddle logró con maestría. Un bebé de cuatro meses llamado Spencer Elden, buceaba bajo el agua tentado por un dólar como anzuelo, culminando una alegoría de la estirpe humana montada a lomos de la codicia con una estética exquisita.

La fotografías de aquella sesión que se descartaron han sido publicadas en estos años por algún motivo que el autor ha estimado oportuno y que hemos encontrado en una publicación de la página Nirvana en vivo

Para verlas solo has de clickar en ellas.

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